Bala vil
Salvador Puig Antich y Dení Prieto
Escrito por Raúl Prieto (publicado en Excelsior el 13 de marzo de 1974)
Salvador Puig Antich, catalán, declarado activista y presunto matador de un policía, es juzgado de acuerdo con las leyes de la dictadura de España, sentenciado el 1º de enero y muerto a garrote vil en Barcelona, el 2 de marzo.
Dení Prieto Stock, mexicana, antes de ser declarada activista y tenida por presunta participante del asalto al tren de Puebla –asalto que la propia gerencia de los Ferrocarriles Nacionales de México se apresura a desmentir–, sin ser juzgada ni menos aún sentenciada de acuerdo con las leyes de la Revolución Mexicana, es muerta el 14 de febrero en Nepantla, estado de México.
El cadáver de Salvador Puig Antich fue entregado a sus padres, quienes, al día siguiente, le dieron sepultura.
El cadáver de Dení Prieto Stock nunca fue entregado a sus padres, el dramaturgo Carlos Prieto y la señora Evelyn Stock de Prieto, ni tampoco sus pertenencias. Se les mostró el acta de defunción de su hija, en l cual aparece como “adulta desconocida” y se les indicó el número de la fosa del Panteón civil de Dolores donde, al día siguiente de ser muerta y luego de practicársele la autopsia, fue sepultada.
Varias organizaciones políticas españolas han desfilado por las calles de la ciudad de México, para condenar el asesinato e Salvador Puig.
Ninguna organización política mexicana podría manifestar públicamente su dolor por la desaparición de Dení Prieto.
Salvador murió a los 16 años. Dení murió los 19.
Flor es Dení en otomí. Dení Prieto Stock nació el 13 de septiembre de 1954 en el Hospital Francés de la ciudad de México. Muy niña comenzó a dar muestras de una inteligencia vivaz y, sobretodo, a poner de manifiesto su generosidad innata. A eso de los 17 años trata de encauzar sus antipatías y simpatías. Es perspicaz y se da cuenta en qué país vive; es de buen corazón y se acerca a los más humillados. Cursa el 1º de preparatoria en el Colegio Madrid, pero su atmósfera nada convincente la mueve a abandonar las actividades escolares para estudiar la realidad viva y, con amigas y amigos, se va a Tlaxcala.
En Tlaxcala convive con familias campesinas. Cada nuevo descubrimiento del México bárbaro, al aire, al ras, sin protección ninguna, le oprime el corazón y a la vez la fortalece. Sin embargo, ¿cómo justificar el que en esa Tlaxcala polvorienta la miseria sea tan degradante, el arraigamiento del neoporfirismo tan injurioso, la mentira política tan nauseabunda, la crueldad con los trabajadores tan dura y seca?
La experiencia tlaxcalteca la orienta mejor que la escuela tradicional, al grado que luego se ve capacitada para entender obras sobre problemas sociales que a las chavas de su edad podrían antojárseles rompecabezas.
Dení, inteligente, generosa, estudia y estudia.
Durante varios meses del año pasado, Dení fue socorrista de la Cruz Roja.
En septiembre es inmolado Allende. En octubre “Dení toma el camino de Don Quijote, el camino del Che Guevara”, dice alguien que la conoció; “ahora no es un hidalgo español ni un médico argentino, sino una muchachita mexicana la que se decide a cumplir con sus ideales socialistas por la vía de la violencia”.
Unas líneas a los papás, en despedida breve que así concluye: “Pase lo que pase, cualquier sacrificio que me imponga será poco, si lo comparo con lo que pretendo alcanzar”. (Tras del remate “Los quiero mucho”, firma: Dení.)
Boletín del 15 de febrero (cuando fue enterrada Dení) de la Procuraduría General de la República: “Agentes del Ejército mexicano, con motivo de las investigaciones que se realizaron la noche de ayer, a resultas del asalto a la escolta militar del tren Puebla-México, tuvieron un encuentro con una banda de malhechores en la localidad de Nepantla, quienes opusieron resistencia a la fuerza pública, falleciendo cinco integrantes dela banda. En la granja donde hicieron resistencia los malhechores fueron recogidas armas de alto poder. Se está procediendo a establecer la identidad de los delincuentes así como sus posibles nexos con el asesinato de la escolta militar del tren Puebla-México y con otros hechos delictivos”.
Muertos los malhechores, vengan las averiguaciones. Destrozada Dení y subrepticiamente inhumada, se procede a establecer la identidad de al adulta desconocida y “sus posibles nexos con hechos delictivos”. De los cinco integrantes de “la banda de malhechores” que fallecieron, dos son mujeres (una es Dení) y, según el oficio de cierto agente del Ministerio Público, falto de imaginación, sus cuerpos “presentan, cada uno, nueve orificios de bala”. Bala vil.
La del 14 de febrero es noche de terror en la cuna de son Juana Inés de la Cruz. Aparecen dos batallones de soldados y una nube de agentes. Parte de ellos van guiados por un chivato y se aproximan a la granja que ocupan los malhechores. Estalla la balacera. Dos de los que vivían en la granja (quedará casi demolida) salen, para atraer las fulgurantes y horrísonas descargas de la fuerza pública sobre ellos y distraerla: quiere entregándose a la muerte, que por la puerta trasera escapen Dení y su compañera, ambas inermes, pero reciben una lluvia de proyectiles a los pocos pasos. Y así Dení muere.
Llanto por Salvador Puig Antich. Una lágrima, siquiera, por Dení Prieto Stock.
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