Este poema quería ser canción y hay un esbozo de acordes con los que Gonzalo estuvo jugando un día en un intento por musicalizarlo. Perviven en un archivo de audio que algún día, quizás, alguien se animará a revivir.
Los versos son curiosos porque están en dos planos de mucho contraste; primero el intimista de Gonzalo, y después, el que canta -con cariñosa contundencia- a la abuela “pájaro tambor” de raíces.
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