Este es el texto más largo de los muy pocos manuscritos que dejó Gonzalo en prosa. Lo escribió en la Ciudad de México, poco después de cumplir sus veintidós años. Es una carta dirigida a su padre que quedó en puntos suspensivos. Nunca la terminó ni envió el manuscrito inconcluso. Sin embargo, años después se reencontró con su padre y pudieron hablar de muchas cosas; entre otras, las que quiso compartirle en esta carta.
Malena says
Es de lo que mas me ha gustado.
Le aplaudo esperando le lleguen mis aplausos hasta donde esté.
crisol says
Gracias Malena, por tu sensibilidad y cariño. Un abrazo