En 1987 a México el Papa Juan Pablo II. Fue todo un acontecimiento. ¡Primera vez en la historia del nuestro profundamente católico país, que venía un Papa!
Este escrito en prosa es lo que Gonzalo (profundamente agnóstico), reflexionaba sobre esa visita, y escribíó en una libreta .
hoy nos llegó de visita un señor que vino del otro continente
sé poco de él
sé que cambió su domicilio de polonia a un palacio de italia
sé que se llamaba Wojtila y también lo cambió, ahora le dicen Juan Pablo.
le siguen multitudes
forma remolinos humanos a su paso.
comentan los enterados, que vino a renovar la esperanza, la fe
¿cuánto durará? la realidad dice que lo mismo que su estancia.
viajó a santo domingo
pasó sobre puerto rico en un avión y desde ahí le envió un saludo a Carter.
sus ojos no miraron hacia Nicaragua; ahí el pueblo oyó las noticias mientras seguía luchando por la vida, para arrancar de las garras sátrapas una Nicaragua repartida entre pocas familias que hablan inglés de West point y van al super market de rifles de Washington o a la sucursal de Israel.
esos ojos no saben ver, entonces, para abajo, para la américa que se derrama en sangre del centro para abajo, pateada ya por muchas botas, gastada en dólares.
pero vino a méxico, levantaba las manos en saludo, conoció varias catedrales de varias ciudades.
fue a los pinos a saludar al presidente y a bendecir, ahí, una capilla de oro donde, reclinado, oró por los infelices fieles feligreses de su rebaño, oró también por la familia del dueño de la casa.
en el camino pasó frente a dos cárceles y se detuvo, dibujó en el aire una cruz, derramó unas lágrimas y oraciones, su séquito se conmovió con el gesto y aquellos hombres y mujeres recluidos que matan, roban o hablan del gobierno no se enteraron de ese acto de su santidad.
ya va rumbo a su avión que lo llevará de regreso a su nuevo domicilio, en Italia lo esperan, el periódico informa que “la llegada del papa a Roma, de carácter semiprivado”
Ahora esperamos a James Carter, una visita rojinegra: de sangre y petróleo.
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